La Consulta Popular sin Popularidad
El primer Domingo de agosto de 2021 marcó en el calendario un suceso histórico para el contexto político mexicano. Pues se llevó a cabo una consulta popular para decidir si se debía o no enjuiciar a los expresidentes de México por su presunta participación en actos delictivos. La pregunta, redactada por la Suprema Corte de Justicia de La Nación, fue:
¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?
Un evento de gran alcance, porque no había existido anteriormente una consulta popular tan patrocinada por la oficina presidencial. Es precisamente por este hecho que su calificativo de “popular”, en el sentido de ser una causa que emane de la gente, pierde su valor. El presidente de México tiene una responsabilidad gigante, ya que cualquier afirmación o negación que diga será tomada como verdad por millones de personas (sean o no sus seguidores). El presidente ha popularizado el tema de la consulta popular desde sus espacios matutinos diarios en televisión y radio nacional (las famosas mañaneras). Es por ello, que la presunta popularidad de la consulta en realidad ha sido prediseñada y alimentada desde Palacio Nacional.
Los argumentos de la oposición en contra de la consulta, se limitan al mensaje de “la ley no se consulta, se aplica”. Una frase que desde un principio buscó convertirse en un lema de mercadotecnia pura, más que en ser un argumento verdaderamente explicativo de las desventajas de la consulta. No es de sorprenderse, cuando el principal argumento en contra de las aspiraciones del actual presidente, eran que él “es un peligro para México”.
Lo que sí es peligroso para México son dos cosas. La primera es una oposición política que no se atreva a diseñar campañas que se enfoquen en desarrollar argumentos que faciliten a la gente la generación de críticas estructuradas en contra de su gobierno. La segunda, es un gobierno que utilice uno de los ejercicios de democracia directa más antiguos para su conveniencia.
Las intenciones detrás de la consulta popular no se limitan a un sentimiento de justicia. Los referéndum, se han vuelto nuevamente ejercicios populares en los últimos años, no solamente en América Latina (por ejemplo, Brexit). Sin embargo, han adquirido una connotación plenamente populista. No solamente por el hecho de que, en sistemas presidenciales, las consultas populares son enaltecidas por autoridades demagogas cuyas personalidades influyen en la toma de decisiones ejecutivas. Sino también porque la ejecución de la consulta deja ver a todas luces que hay un cuello de botella del cual el gobierno no puede salir. La intención de enjuiciar a los expresidentes ha sido previamente planteada por el partido en el poder, pero no han podido forzar la atención hacia el tema. Pues es un movimiento interpretado por sus adversarios como una maniobra para obtener capital político para futuras elecciones, al cargarse el estandarte de justicieros sin poner atención a los miembros de su partido que han sido acusados de emprender actividades ilícitas.
Las consultas populares, buscan legitimar decisiones sobre asuntos controversiales en gobiernos que no gozan de la autoridad suficiente para aplicar la ley. Además de que se aprovechan de que los votantes no siempre tienen la capacidad o la información necesaria para decidir en asuntos de este tipo, y que pueden optar por tomar decisiones basándose en propaganda política. En resumen, la consulta es un instrumento político diseñado para las necesidades del partido en el poder, más que ser una herramienta para cuidar de los intereses de la democracia nacional.
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