La Cumbre de la CELAC nos Mostró a otro Mundo y a otro México
El 18 de septiembre de 2021 se llevó a cabo la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Realizada en el marco del natalicio de Simón Bolívar, uno de los más grandes libertadores de la historia. Ampliamente difundida en medios, esta Cumbre acaparó las cámaras debido a los choques de diálogo que protagonizaron algunos líderes de Estado. Argumentos y réplicas entre los presidentes de Venezuela, Cuba, Uruguay y Paraguay. Más allá de la grilla política, esta Cumbre fue importante porque dejó ver el cambio de paradigma político mundial y regional.
Por un lado, uno de los invitados de honor a la Cumbre fue inaudito. El presidente de China ofreció un mensaje de cooperación y amistad con todos los países de la CELAC. El gigante asiático mostró su potencia diplomática en una América que fue seriamente desatendida por Estados Unidos a partir de la presidencia de Donald Trump. Los norteamericanos brillaron por su ausencia y su participación únicamente se limitó a enviar un saludo a través del presidente de México. Mientras que China, con los millones de yuanes que ha invertido en Sudamérica, afianzó su lugar en la mesa de trabajo.
Esto no quiere decir que de pronto la CELAC se pintó de rojo. Pues los otros invitados fueron el presidente del Consejo Europeo y el Secretario General de la ONU. La Unión Europea, a sabiendas de la dicotomía de liderazgo entre los dos proyectos de pseudo-unificación americana más importantes (el de la OEA y el de la CELAC), decidió enviar al máximo representante de la política general europea a la Cumbre. El cambio en el paradigma mundial que se ilustra es el siguiente. China busca ocupar los vacíos de poder que la descuidada política exterior estadounidense ha dejado en su hemisferio. Europa reconoce que no puede dedicarse exclusivamente a consolidar conexiones económicas en foros con sus viejos aliados y admite la necesidad de afianzar su papel de aliado a iniciativas multilaterales como esta.
Por otro lado, el paradigma político regional muestra a un México que da paso firme en materia de política exterior, para reconstruir su liderazgo diplomático en América Latina. La diplomacia brasileña aprovechó hace una década para convertir a la nación verde-amarela en la potencia líder de la región. Pero los deslaves políticos en su país, tales como los juicios a Dilma Rouseff y Lula da Silva, así como la funesta presidencia de Bolsonaro, han mitigado el prestigio de Brasil en el hemisferio. Cabe destacar que el arquitecto del regreso de México como líder de la alta política latina no es el presidente Obrador, quien ha decidido enfocar sus palabras en asuntos internos (y varios de poca relevancia). Es más bien el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard. Una figura que sin duda será contendiente en las elecciones presidenciales de 2024. Alguien que ha utilizado la técnica internacionalista para estrechar lazos con países de todo el mundo y de posicionar a México como potencia diplomático. Tan así que en la declaración conjunta de Ciudad de México, se expusieron a los clásicos principios de política exterior mexicanos como propios de los miembros de la Cumbre.
En resumen, la Cumbre de la CELAC nos demostró que el mundo y la región han cambiado sustancialmente. El planeta gira al unísono de una melodía anti hegemónica, en el que Estados Unidos ya no es el máximo poder aprobatorio de cualquier foro multilateral. Un mundo en el cual China tiene influencia en nuestra América, sin entrar en conflicto con el eje occidental europeo. De igual forma, una región cambiante en donde México practica su diplomacia a nivel de cátedra. No solo por esta vez, sino en todas sus participaciones a nivel mundial. Pero esta Cumbre se destacó porque México logró sentar en una misma mesa a personajes políticos tan poderosos y polémicos, con rivalidades tan marcadas como el agua y el aceite. Algo que solo México pudo haber logrado en estos tiempos.
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