¿México es un “Estado Fallido”?
Técnicamente no pero, dependiendo en qué parte de México te encuentres, la respuesta podría ser un sí. Ayer (sábado 19 de junio de 2021) un comando armado ejecutó a 14 personas en el estado fronterizo de Tamaulipas. ¿Quiénes fueron y por qué lo hicieron? No se sabe a ciencia cierta. Lo que sí es que, a pesar de los avances que se pudieran dar en las investigaciones, en México esta es una historia más de violencia que permea en los medios. Una violencia tan normalizada que nos duele, pero no nos escandaliza.
Un Estado Fallido, por definición, es un país que ha llegado a tal grado de desintegración que no puede cumplir las dos funciones básicas de cualquier Estado en el sistema internacional moderno: 1) no puede proteger sus fronteras nacionales frente a amenazas externas, y 2) no puede ejercer su autoridad sobre su población y sus territorios. De acuerdo con Foreign Policy, estos son los actuales Estados fallidos desde 2020: Yemen, Somalia, Sudán del Sur y Siria. Países cuyos problemas de seguridad e ingobernabilidad han generado un clima anárquico tan profundo que, en la práctica, no existe una sola autoridad con la legitimidad del uso de la fuerza, ni sus fronteras están claramente demarcadas debido a las incursiones militares de países vecinos.
Bajo este marco, México no es un Estado fallido. Sus fronteras están bien demarcadas y son respetadas por los países vecinos (en serio, a ningún vecino le gustaría violar las fronteras mexicanas por las graves afectaciones económicas que representaría). No obstante, ¿hasta qué punto el gobierno mexicano logra mantener el control de sus territorios y sobre la población? Exacto, es ahí en donde hay una alerta. Evidentemente existe un nivel de respeto generalizado a las autoridades de parte de la sociedad mexicana, desde respeto al SAT y al INE, como a la policía y las fuerzas armadas. Pero esto ocurre en territorios cuyas ciudades funcionan en relativa calma, salvo hechos de violencia civil ligada a actividades criminales.
La situación preocupante obviamente se da en las ciudades más peligrosas. Pero también en poblados rurales, en cinturones de miseria limítrofes a urbes destinadas a la producción industrial, en pueblos entre carreteras que han sido olvidados a lo largo de los años por las administraciones tanto locales como federales. Es ahí, donde existe un claro vacío de poder, en donde otras organizaciones se encargan de retenerlo. Sobre todo, aquellas ligadas a actividades ilícitas. Son esos lugares, en donde la población está sometida a las intenciones de los grupos delictivos, los que nos hacen dudar si México es un estado fallido. Que si bien no lo es para las Naciones Unidas, sí lo es para los habitantes de estos lugares, cuya opinión debe pesar (y mucho).
Si bien la culpa inmediata de la situación en México, es por la violencia ejercida desde los grupos criminales que se han hecho de un poder casi total a nivel nacional, la realidad es que la causa raíz está más lejos de este asunto. La razón primordial que nos llevó a esta situación, fue la falta de visión de prácticamente todas las administraciones que hemos tenido. No solo de visión a largo plazo de un proyecto de nación, pues tampoco han sabido atender la cantidad abismal de necesidades de una población tan variada. A lo largo de los años, esto ha generado que no se hayan desarrollado oportunidades por igual para toda la población. La carencia ha generado que la gente busque opciones de una mejor vida, no solo migrando interna y externamente para trabajar de forma honesta, sino también acudiendo a actividades delictivas que, si bien son reprobables, son lucrativas. En el momento en que en este país llegue una administración que vea la situación de violencia, como una consecuencia de la falta de oportunidades y condiciones sociales igualitarias, y que construya un proyecto de nación a largo plazo con base en esa premisa, ahí estaremos lejos de ser un Estado fallido. Hoy, no estamos tan lejos.
MVP
